lunes, 23 de febrero de 2009

autismo y auschwitz

I.

En 1943 se utilizó por primera vez desde la psicología el termino autista.
En 1943 el campo de exterminio de Auschwitz llevaba funcionando un año.
Ambos cruces temporales quizás no sean casuales. Ya en 1967, Bruno Bettelheim, superviviente de los campos de Dachau y Buchenwald, escribió un ensayo que lleva por título La fortaleza vacía: autismo infantil y el nacimiento del yo

Me dicen que el término autista proviene del griego y significa “encerrase en uno mismo”. Me dicen mis amigos y amigas que últimamente parezco medio autista. También llevo cuatro años leyendo las noticias horrorosas que un grupo de supervivientes nos han traído de los campos.

La comparación que acabo de hacer entre mi caso personal y el de una de las perores experiencias del siglo tiene algo de obsceno. Obviamente, el cruce de los dos hechos en mí caso, tiene más de eufemismo o de disfraz que otra cosa. No es nada más que una excusa para justificar mi egoísmo, mi incapacidad de escuchar al Otro. Y sin embargo, quizás sea una justificación necesaria después de todo. Porque el daño pertenece tanto al espacio de lo trágico y de lo público, como a la micropolítica del cuerpo, de lo íntimo y de lo personal, de lo a priori trivial y banal. Todos tenemos derecho a nuestros problemas, a sentirnos incomprendidos, incomunicados, incompletos, fracturados y frágiles.

II.

Escribir para que determinadas miradas no se queden sin palabras, para que determinados gestos no se queden en nada, para que el rostro ilegible de ella no se quede sin respuesta, para pensar una y otra vez el encuentro interminable con la diferencia.

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