hace unas semanas tuve la suerte de participar en un taller de teatro contemporáneo con sara molina. hacia el final del curso se nos propuso escribir sobre una silla vacía. este texto fue el resultado: fruto de las vivencias, los movimientos, las conversaciones, las miradas y las lecturas de aquellos días.
Ella me invitó a entrar pero no pude, no tuve fuerzas. Hoy escribo desde ahí, desde esa ausencia de fuerzas. El deseo sería el pliegue de una silla y de una ausencia, la silla como “cuerpo sin órganos”. ¿Y si el deseo no fuese más que esa falta, ese fracaso, ese no poder? ¿No es acaso el deseo el territorio del afuera?
¿Cómo sentirse afectado en un sistema en el que nadie se considera responsable? El lenguaje, el poder, el discurso, la escritura, mi escritura, nunca nos posibilitan decir “lo siento”. Por ello, “lo siento” no se dice, se muestra. En un objeto cualquiera, en una silla vacía, puede estar toda la memoria (todo el daño) del mundo. Decir “lo siento” desde mi dolor es hacerse responsable de uno mismo. Dar cuenta de nuestra subjetividad para olvidarnos, paradójicamente, de nuestro yo. Preocuparme de mí para escuchar mejor al otro decía Godard.
Me parece que fue Kafka el que me lo enseñó: el perdón es la norma y “lo siento” es la excepción.“Lo siento” no tiene nada que ver con pedir perdón, “lo siento” tiene que ver con lo imperdonable, con la imposibilidad del juicio, con la subversión de la ley.
“Lo siento” es la vida, el afecto, el deseo, el devenir, la multiplicidad, la literalidad de la silla, la ausencia de sujeto, el anti-espectador, el movimiento, la radicalidad de lo absolutamente otro.
Quizás, para vivir de una vez por todas juntos, tengamos que olvidarnos del significado, de la mimesis, de la identificación, de la traducción, de la comunidad. Leer, escuchar y aceptar un cuerpo, una historia, sin la necesidad del reconocimiento, aceptar al otro sin tener nada en común. ¿Podríamos vivir realmente juntos soportando la opacidad del otro, su diferencia ilegible? ¿Es posible un autismo entre dos? El autismo entre dos como la utopía de nuestro tiempo.
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¿Te acuerdas de la peli de Dylan? Decía:
ResponderEliminarJamás cansado.
Jamás triste.
Jamás culpable.
Creo que hablaba de la silla.
Besos.
gracias por el recuerdo, tera, gracias por la melancolía y por traer a mi memoria aquella peli tan bella.
ResponderEliminarbesos
Te vi en el concierto de Patti. Te saludé con la mano, pero no me viste, y luego te busqué al acabar, pero no te encontré.
ResponderEliminar¿No crees que Patti le dio una buena patada a la silla? :)
Me habría gustado saludarte de verdad.
Un beso.
no, no te vi, que pena, me hubiese encantado saludarte. de hecho, cuando vi en tu blog la entrada de patti pensé en que habíamos compartido algo juntos en ese espacio...bueno, si te apetece, tenemos que ponernos de acuerdo para quedar un día de estos por vigo.
ResponderEliminarun beso.